Bendiciones. En la reflexión de hoy leemos lo que dice la Biblia en Efesios 6:18:

“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.”

Este pasaje nos llama a permanecer en comunión con Dios en todo momento. No importa dónde estés ni la situación que enfrentes: la oración no tiene límites ni horarios. Pablo nos enseña que orar no es solo pedir por uno mismo, sino también interceder por los demás, por la iglesia, por quienes atraviesan luchas y por aquellos que ya no tienen fuerzas para orar.

Orar en todo tiempo significa vivir una vida conectada con Dios, reconociendo que necesitamos su dirección, su protección y su paz en cada paso. El creyente que ora sabe que su fuerza viene de Dios y que la oración constante es la llave que abre puertas, renueva fuerzas y trae respuestas del cielo.

Quizás hoy hay cansancio, preocupación o falta de fuerzas. La Biblia asegura que Dios escucha a quienes le buscan de corazón. Cada vez que oramos, declaramos nuestra dependencia de Él y permitimos que su poder actúe en nuestra vida.

No abandones la oración. Persevera, aunque la respuesta no llegue de inmediato. Insiste, aunque el panorama siga igual. Dios es fiel y su respuesta llega siempre en el momento perfecto.

Hoy se anima a hacer de la oración un hábito diario: que el primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir sea hablar con Dios. Que cada momento del día sea una oportunidad para elevar una oración, aunque sea breve.

Recuerda:
La oración constante no solo cambia las circunstancias, sino que transforma nuestro corazón y nos acerca más a la voluntad de Dios. Que el Señor te fortalezca y te acompañe hoy y siempre.ñe hoy y siempre.

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