LUÍS BERKHOF
La Biblia nos dice que Cristo tiene un triple ministerio y nos habla de El como Profeta, Sacerdote y Rey.
EL MINISTERIO PROFÉTICO
El Antiguo Testamento predijo que Cristo vendría como profeta, Deuteronomio 18:15 (véase Hechos 3:23). Jesús mismo habla de sí como profeta en Lucas 18:33, y alega que trae un mensaje del Padre, Juan 8:26-28; 12:49-50; 14:10, 24, predice el futuro, Mateo 24:3-35; Lucas 19: 41-44, y habla con autoridad singular, Mateo 7:29.
No es pues de extrañar que el pueblo le reconociera como profeta, Mateo 21:11, 46; Lucas 7:16; 24:19, Juan 6: 14; 9:40; 9:17. Un profeta es aquella persona que recibe revelaciones divinas en sueños, visiones y mensajes verbales y que las transmite al pueblo de palabra o bien mediante acciones proféticas visibles, Éxodo 7:11; Deuteronomio 18:18; Números 12:6-8; Isaías 6; Jeremías 1:4-10; Ezequiel 3:1-4, 17.
Su obra pertenece al pasado, al presente y al futuro. Una de sus tareas más importantes fue la de interpretar al pueblo los aspectos morales y espirituales de la ley. Cristo fue profeta ya en el Antiguo Testamento, 1 Pedro 1:11; 3:18-20. Asimismo fue profeta cuando estuvo en la tierra, y continuó tal obra, por la operación del Espíritu Santo sobre los apóstoles, después de la ascensión, Juan 14: 26; 16:12-14; Hechos 1:1. Aún ahora su ministerio profético continúa a través de la predicación de la Palabra y de la iluminación espiritual impartida a los creyentes. Esta es la única función que la teoría modernista reconoce en Cristo.
SU MINISTERIO SACERDOTAL
El Antiguo Testamento también predijo que el Redentor que vendría sería sacerdote, Salmo 110:4; Zacarías 6:13; Isaías 53. En el Nuevo Testamento hay solamente un libro en el cual Cristo es llamado sacerdote, la carta a los Hebreos, pero allí encontramos este nombre repetidas veces, 3:1; 4:14; 5:5; 6:20; 8:1. Sin embargo, hay otros libros que hacen referencia a su obra sacerdotal, Marcos 10:45; Juan 1:29; Romanos 3:24-25; 1 Corintios 5: 7; 1 Juan 2:2; 1 Pedro 2:24; 3:18.
Mientras que un profeta representa a Dios delante del pueblo, el sacerdote representaba al pueblo delante de Dios. Ambos eran asimismo maestros, pero mientras el primero enseñaba la ley moral, el otro impartía al pueblo la ley ceremonial. Además, los sacerdotes tenían el privilegio especial de acercarse a Dios, y de hablar y actuar en lugar del pueblo, Hebreos 5:1, nos enseña que el sacerdote era escogido de entre los seres humanos para ser su representante, que era escogido por Dios y actuaba ante El para 82el beneficio de los hombres, y ofrecía dones y sacrificios por los pecados.
Al mismo tiempo intercedía por el pueblo. La obra sacerdotal de Cristo fue de un modo especial, ofrecer un sacrificio por el pecado. Los sacrificios del Antiguo Testamento eran tipos que señalaban el camino hacia el gran sacrificio de Cristo, Hebreos 9:23-24; 10:1; 13:11, 12. De aquí que Cristo -es llamado «el Cordero de Dios», Juan 1:29 y <<nuestra pascua», 1 Corintios 5:7. El Nuevo Testamento nos habla claramente de la obra sacerdotal de Cristo en muchos pasajes: Marcos 10:45; Juan 1:29; Romanos 3:24-25; 5: 6-8; 1 Corintios 5:7; 15:3; Gálatas 1:4; Efesios 5:2; 1 Pedro 2:24; 3:18; 1 Juan 2:2; 4:10 Apocalipsis 5: 12. Las referencias son aún más frecuentes en la carta a los Hebreos 5:1-10; 7:1-28; 9:11-15, 24-28; 10:11-14, 19-22; 12:24; 13:12.
Además de ofrecer el gran sacrificio por los pecados, Cristo como sacerdote, intercede también por Su pueblo. Se le llama nuestro paracleto por deducción de Juan 14:16 y explícitamente en 1 Juan 2:2. Esta palabra significa «uno que es llamado para ayudar, un abogado, uno que defiende la causa de otro». En el Nuevo Testamento, Cristo es llamado nuestro intercesor en Romanos 8:34; Hebreos 7:25; 9:24; 1 Juan 2:1. Su obra intercesora está basada en su sacrificio, y no se halla limitada, como algunos han pensado, a intercesión en la oración.
Cristo presenta su sacrificio a Dios, y sobre tal base pide bendiciones espirituales para su pueblo, los defiende de las acusaciones de Satán, la ley y la conciencia, obtiene el perdón para todas aquellas acusaciones que son justas, y santifica su adoración y servicio por mediación del Espíritu Santo. Su obra intercesora es limitada en su carácter, ya que se refiere sólo a los elegidos de Dios, pero incluye a todos los elegidos, tanto si ya son creyentes como si se hallan aún en el estado de incredulidad, Juan 17 :9, 20.
EL MINISTERIO REAL
Como Hijo de Dios, Jesucristo goza por naturaleza del dominio universal de Dios. En distinción a este dominio universal, hablamos ahora de la majestad que le fue conferida en su ministerio de Mediador. Esta majestad es de dos clases: Su dominio espiritual sobre la Iglesia, y su dominio del universo.
SU MAJESTAD ESPIRITUAL
La Biblia nos habla de ella en muchos lugares, Salmo 2:6; 132:11; Isaías 9: 6-7; Miqueas 5:2; Zacarías 6:13; Lucas 1:33; 19:38; Juan 18:36-37; Hechos 2:30-36. La majestad de Cristo en su soberanía real sobre su pueblo. La llamamos espiritual porque tiene que ver con un reino espiritual establecido en los corazones y vidas de los creyentes, tiene fines espirituales que persigue, es decir la salvación de los pecadores; y su administración es también espiritual a través de la Palabra Santa y el Espíritu Santo. Su ejercicio abarca la reunión, gobierno, protección y perfeccionamiento de la Iglesia. Tanto este gobierno como los límites del mismo reciben en el Nuevo Testamento los nombres de «reino de Dios» y «reino de los cielos».
En su sentido estricto, sólo los creyentes, miembros de la Iglesia invisible, son ciudadanos de este reino. Pero el término «reino de Dios» se usa a veces en un sentido más amplio, incluyendo a todos aquellos que viven donde el Evangelio es proclamado, aun aquellos que ocupan un lugar en la Iglesia visible, Mateo 13:24¬30, 47-50. El reino de Dios, por una parte, es una realidad espiritual y presente en los corazones y vidas de los hombres, Mateo 12:28; Lucas 17:21; Colosenses 1: 18, pero por la otra es también una esperanza futura, que no tendrá lugar hasta la segunda venida de Cristo, Mateo 7:21; Lucas 22:29; 1 Corintios 15:20; 2 Timoteo 4: 18; 2 Pedro 1: 11. Este reino futuro será en su esencia el mismo reino que el presente, es decir, el gobierno de Dios establecido y reconocido en los corazones de los hombres.
Pero será asimismo diferente, ya que será un reino visible y perfecto. Hay quienes opinan que el reino de Cristo cesará en Su segunda venida, pero la Biblia nos dice muy claramente que el reino de Cristo es eterno, Salmo 45:6; 72:17; 89:36-37; Daniel 2.44; 2 Samuel 7:13, 16; Lucas 1:33; 2 Pedro 1:11.
SU DOMINIO UNIVERSAL
Después de Su resurrección Cristo dijo a sus discípulos «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra», Mateo 28:18. Esta misma verdad es repetida en 1 Corintios 15:27 Efesios 1: 20-22. Esta potestad no debería ser confundida con la majestad original de Cristo como Hijo de Dios, aun cuando tiene que ver con el mismo dominio. Esta potestad dada a Cristo tiene que ver con aquella majestad concedida a Cristo en su capacidad de Mediador de la Iglesia. Es como Mediador que Cristo ahora, guía el destino de los individuos y las naciones, controla la vida del mundo entero y la hace sujeta a sus propósitos redentores. Asimismo protege a la Iglesia de los peligros a que se halla expuesta en el mundo. Esta majestad de Cristo continuará hasta que Cristo haya obtenido la victoria completa sobre todos los enemigos del reino de Dios. Cuando tal obra haya sido llevada a cabo, Cristo devolverá esta majestad al Padre, 1 Corintios 15:24-28.
SUMARIO DE DOCTRINA CRISTIANA Por LUÍS BERKHOF