Judas, en su breve pero profundo mensaje, nos da una clave esencial para mantenernos firmes en la fe: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo.” (Judas 1:20, RVR1960).- Orar en el Espíritu Santo – . Cuando oramos guiados por el Espíritu Santo, permitimos que Dios dirija nuestros pensamientos, peticiones y emociones. Esa clase de oración transforma nuestro interior, produce satisfacción genuina, felicidad real y una paz que va más allá de las circunstancias.

La oración en el Espíritu Santo nos edifica; es como construir una casa fuerte sobre un cimiento sólido. Cada oración, aunque sea sencilla, añade ladrillos a nuestra vida espiritual, fortalece nuestra fe y nos preserva en el amor y la voluntad del Señor.

Vivimos en un mundo saturado de ansiedad y preocupaciones. El estrés se ha convertido en una plaga silenciosa que roba la paz y la alegría. Pero cuando entras en la presencia de Dios, guiado por el Espíritu Santo, tu mente se aquieta y tu corazón encuentra descanso. La oración en el Espíritu es el antídoto divino contra el peso y la presión de la vida diaria.

En tiempos de confusión y ansiedad, la oración en el Espíritu se convierte en nuestro refugio seguro.
Es ahí donde experimentamos la presencia real de Dios, donde se disipan las dudas y crece la esperanza. La satisfacción que produce la oración es más profunda que cualquier placer terrenal, porque proviene directamente del corazón de Dios.

No dejes que la rutina o el cansancio te aparten de la oración.
Hoy, decide orar en el Espíritu Santo. Permite que sea Él quien te guíe, te fortalezca y te llene de paz. Así tu vida será edificada y permanecerás firme, aun en medio de las pruebas.

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