La salvación por gracia es uno de los pilares fundamentales de la fe cristiana. Según la Biblia, en Efesios 2:8-9 se nos dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Esta enseñanza nos muestra que la salvación es un regalo de Dios, no es algo que podamos ganar a través de nuestras acciones o méritos.

La gracia de Dios es un amor inmerecido y un favor inmerecido que nos ofrece la oportunidad de ser perdonados y reconciliados con Él. Aunque somos pecadores y no merecemos su perdón, Dios nos amó tanto que envió a su hijo Jesús para morir por nuestros pecados y así abrirnos las puertas a la salvación.

Es importante entender que la salvación por gracia no es una licencia para pecar, sino que es un llamado a vivir una vida santa y en obediencia a Dios. En Tito 2:11-12 se nos recuerda: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”.

En resumen, la salvación por gracia es un regalo inmerecido que Dios nos ofrece a través de su amor y misericordia. Es un recordatorio constante de que nuestra salvación no depende de nuestras obras, sino de la gracia de Dios y su infinito amor por nosotros.

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