Dios es nuestro Padre celestial, nuestro creador y sustentador. Él nos ama incondicionalmente y nos cuida como un padre amoroso lo haría con sus hijos. Esta verdad es evidente en la Biblia, donde se menciona en diversas ocasiones que Dios es nuestro Padre.

Mateo 6:9 nos enseña a orar diciendo “Padre nuestro que estás en los cielos”. Esta es una clara muestra de que Dios es nuestro Padre y que debemos acudir a Él en oración como hijos a un padre amoroso.

En Isaías 64:8 se nos recuerda que Dios es nuestro padre y nosotros somos el barro en sus manos, moldeados por Él para cumplir su propósito. Esta imagen nos muestra la relación íntima y cercana que tenemos con Dios, quien nos conoce y nos ha creado con un propósito específico.

En el Nuevo Testamento, en Juan 1:12, se nos dice que a todos los que creen en el nombre de Jesús, Dios les da el poder de ser llamados hijos de Dios. Esto significa que a través de nuestra fe en Jesús, nos convertimos en hijos adoptivos de Dios, con todos los derechos y privilegios que esto conlleva.

Además, en Romanos 8:15 se nos asegura que no hemos recibido un espíritu de esclavitud para volver a temer, sino que hemos recibido el Espíritu de adopción como hijos, por medio del cual clamamos “¡Abba, Padre!”. Esta palabra “Abba” es un término cariñoso que se usa para referirse a un padre, lo que nos muestra la intimidad y cercanía que podemos tener con Dios como hijos suyos.

En resumen, Dios es nuestro Padre amoroso y fiel. Su relación con nosotros es de paternidad, cuidado y amor. Recordemos siempre esta verdad y acudamos a Él con confianza, sabiendo que él nos ama y nos guiará en todo momento.

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