La fortaleza es una cualidad que todos necesitamos en nuestras vidas para enfrentar los desafíos y obstáculos que se nos presentan. Pero a menudo, nos olvidamos de que la verdadera fortaleza proviene de Dios.

En la Biblia, en el libro de Isaías 40:29, se nos recuerda que “Dios da fuerzas al cansado y acrecienta las fuerzas del débil”. Esto nos muestra que cuando nos sentimos agotados y débiles, podemos acudir a Dios para obtener la fortaleza que necesitamos. Él nos da la fuerza para superar cualquier situación difícil que enfrentemos.

Además, en Filipenses 4:13 se nos dice que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Esto significa que con la ayuda de Dios, no hay nada que no podamos superar. Él nos da la fuerza y ​​la capacidad para enfrentar cualquier adversidad que se nos presente.

Incluso en los momentos más difíciles, cuando nos sentimos abrumados y sin fuerzas, podemos confiar en que Dios nos sostendrá y nos dará la fortaleza necesaria para seguir adelante. Como dice en el Salmo 46:1, “Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia”.

En resumen, la verdadera fortaleza no proviene de nuestra propia fuerza o habilidades, sino de Dios. Él es nuestra roca y nuestra fortaleza en todo momento. Así que, en lugar de confiar en nuestra propia fuerza, debemos confiar en Dios y permitir que Él nos dé la fortaleza que necesitamos para enfrentar cualquier desafío.

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