La búsqueda de la sanidad es un tema que ha preocupado a la humanidad desde tiempos antiguos. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la verdadera sanidad se encuentra en Dios.

En el libro de Salmos 103:2-3, se nos recuerda que Dios es quien perdona todas nuestras enfermedades y sana todas nuestras dolencias. Esto nos habla de la bondad y poder de Dios para sanarnos física, mental y emocionalmente.

Además, en Isaías 53:5 se profetiza que por las heridas de Jesús somos sanados. Esto nos muestra que la sanidad no solo es posible, sino que ya ha sido provista por medio del sacrificio de Jesús en la cruz.

En el Nuevo Testamento, vemos cómo Jesús realizó numerosos milagros de sanidad, demostrando su poder y amor por nosotros. También se nos exhorta a orar unos por otros para recibir sanidad (Santiago 5:16) y a confiar en Dios en medio de nuestras enfermedades (Proverbios 3:5-6).

En resumen, la sanidad no se encuentra en medicinas o tratamientos, sino en Dios. Él es nuestro sanador y podemos acudir a Él en oración y fe para recibir su sanidad. Busquemos siempre en Dios nuestra sanidad y esperanza, confiando en su amor y poder para restaurarnos completamente.

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