La fortaleza es una cualidad que todos buscamos en nuestras vidas, ya sea para enfrentar desafíos, superar dificultades o simplemente para seguir adelante en medio de las adversidades. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos que la verdadera fortaleza no se encuentra en nosotros mismos, sino en Dios.
La biblia nos enseña en Filipenses 4:13 que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Esta poderosa declaración nos recuerda que nuestra fuerza proviene de Dios y no de nuestras propias capacidades. Él es nuestra roca, nuestro refugio y nuestra fortaleza en tiempos de necesidad.
Además, en 2 Corintios 12:9, Dios nos dice: “Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. En otras palabras, cuando nos sentimos débiles o incapaces, es entonces cuando Dios puede demostrar su poder y fortalecernos.
La fortaleza en Dios no significa que no enfrentaremos pruebas o dificultades, sino que tendremos la fuerza y el coraje para superarlas con su ayuda. Él nos da la fuerza para seguir adelante, nos sostiene en momentos de debilidad y nos da la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Entonces, en lugar de buscar la fortaleza en nuestras propias fuerzas, recordemos que la verdadera fortaleza se encuentra en Dios. Confiemos en él, busquemos su guía y su fortaleza en todo momento, y veremos cómo nos sostiene y nos lleva a través de cualquier situación que enfrentemos.