W.T. Conner


Mucha gente hoy día tiene poca paciencia con cualquier clase de enseñanza doctrinal precisa en religión. Esta aversión por la doctrina religiosa no se confina a los que son completamente indiferentes y hostiles a la religión. Aun mucha gente religiosa es poco amistosa hacia cualquier clase de enseñanza doctrinal exacta.

Ellos quieren limitar la religión al reino del sentimiento o de la apacible buena voluntad, o hacerla un asunto de actividad social práctica. Ha habido mucha discusión en cuanto a si la religión es propiamente una cuestión de sentimiento, de creencia o de actividad. A decir verdad, la religión es las tres cosas. Sin el elemento del sentimiento, la religión tiene muy poco poder motivador; sin la creencia doctrinal, carece del elemento de la inteligencia; sin actividad práctica, se vuelve insípida y vacía.

Ahora bien, nosotros mantenemos que el elemento de doctrina en el cristianismo es necesario por las siguientes razones:

La naturaleza del hombre necesita de doctrina.
Como se indica arriba, el ideal verdadero de la religión envuelve toda la naturaleza del hombre. Cuando la religión ministra a un solo aspecto del ser humano, entonces la religión viene a ser unilateral y pervertida y desarrolla una gente unilateral y pervertida. Los hombres no pueden esperar ejercitar su inteligencia en todas las otras fases de las actividades de la vida y luego sofocar sus intelectos en lo que concierne a la religión. Los hombres pensarán acerca de la religión; y cuando un hombre piensa acerca de la religión, lo que él piensa es su doctrina religiosa. El hombre poco amistoso a la doctrina religiosa ha pensado hasta cierto punto acerca de la religión y a menudo nos dice con gran vehemencia cuáles son sus pensamientos. Y eso nos da su doctrina o sus doctrinas religiosas. De modo que, por el mismo hecho, no puede existir la religión sin algún elemento de doctrina.

El cristianismo del Nuevo Testamento pone marcado énfasis en la enseñanza.
Alrededor de cuarenta y cinco veces en los Cuatro Evangelios, se le llama a Jesús Maestro, y cerca del mismo número de veces se dice que él enseñaba. Pablo y los otros apóstoles y los caudillos del Nuevo Testamento fueronmaestros. La misma cosa es un hecho acerca de los profetas del Antiguo Testamento. Este hecho —que el Antiguo y el Nuevo Testamentos pongan gran énfasis en la enseñanza— es tan evidente que no se necesita argüir más sobre lo mismo. Los que creen que el Nuevo Testamento debe ser nuestro guía, probablemente estarán de acuerdo en que la enseñanza o doctrina es necesaria en el cristianismo. La enseñanza o doctrina era esencial en el cristianismo del Nuevo Testamento. Para nosotros es necesaria todavía.


El cristianismo del Nuevo Testamento era una religión de la verdad.

Hacía énfasis en la verdad. El cristianismo siempre ha reclamado ser una forma de la verdad. Si el Cristianismo no es una forma de la verdad, entonces los cristianos han sido siempre engañados en cuanto a la naturaleza de su religión. Pablo nos dice lo que él predicó como el evangelio. Fue que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado; y que fue resucitado de entre los muertos conforme a las Escrituras (1 Corintios 15:3, 4). El evangelio, entonces, consiste en ciertos hechos, pero no solamente en los hechos escuetos (si es que pudiera haber tal cosa), sino también en el significado de esos hechos. El significado de estos hechos lleva consigo la conclusión de que el evangelio es un evangelio de verdad, de importancia. El cristianismo no consiste en hechos ininteligibles, ni de mero sentimiento. El se basa en hechos, pero en hechos de una importancia muy definida para nosotros y para nuestra vida espiritual.

Es necesario un conocimiento de la verdad en la vida cristiana.
La vida cristiana es una vida de fe. Se llega a ser cristiano por un acto de fe. Por gracia sois salvos por la fe (Efesios 2:3). Y todo lo demás que sea la fe, reclama ser un reconocimiento de la verdad y un acto de confianza basada en ese conocimiento. Es un acto de aventura basada en la promesa del evangelio. La fe se basa en la Palabra del evangelio. El evangelio es buenas nuevas, buenas nuevas de algo que Dios ofrece a los hombres en Cristo Jesús.


La fe es la aceptación de ese ofrecimiento.
Por la fe nosotros entramos a la vida cristiana; por la fe crecemos en la vida cristiana. La fe es un acto de confianza basada en la promesa del evangelio, y alimentándose en la Palabra del evangelio, crece la fe. Sin un conocimiento desarrollado de la verdad, puede haber poco y aun nada de crecimiento en la
vida cristiana. La vida espiritual depende tanto del conocimiento de la verdad para su desarrollo como la vida física depende del alimento.

Un conocimiento de la verdad es necesario para propagar el evangelio.
Uno de los impulsos fundamentales en la vida cristiana es el impulso a propagar el evangelio. Se señaló antes que el llegar a ser cristiano es un acto racional y voluntario basado en un conocimiento del evangelio. El que propaga el evangelio, entonces, debe ser capaz de darle al que desea ganar a la vida
cristiana, un concepto inteligente de lo que significa ser cristiano. El llegar a ser cristiano no es un asunto de dar un salto ciego en la obscuridad. El propagador del evangelio debe, de consiguiente, tener un alcance inteligente del significado del evangelio y debe estar en capacidad de dar una afirmación inteligente acerca del mismo.

Un conocimiento de la verdad es necesario para la defensa del evangelio.
Algunas veces el evangelio debe ser defendido. Pero no se puede defender aquello que no tiene significado alguno. Una religión sin doctrina sería una religión sin significado. Y tal religión no podría ser propagada ni defendida. En el Nuevo Testamento, especialmente hacia la última parte, encontramos a
Pablo y a otros defendiendo vigorosamente el evangelio en contra de los que lo negaban o pervertían. Pablo empleó gran parte de su vida y energía oponiéndose a los judaizantes, y tanto Pablo como Juan defendieron vigorosamente el evangelio en contra de los gnósticos. Para actuar así ellos tenían que afirmar el evangelio en términos de significado definido. El elemento de doctrina en el cristianismo, entonces, es necesario. Hablar de religión sin doctrina es hablar disparates. Desde luego, esto no es decir que la doctrina es todo lo que hay en la religión. Es posible dar demasiado énfasis sobre el lugar de la doctrina. Necesitamos recordar también que la doctrina no existe por su propia causa: no es ninguna cosa que deba tenerse en la mente y pensarse solamente.

Es un programa de actividad.

Todo el Nuevo Testamento recalca el hecho de que oír la Palabra no es suficiente; debe ponérsela en
acción. La doctrina no es un sistema de ideas sólo para contemplarse; es una invitación a vida y actividad. No solamente debe oírse la Palabra, también se debe practicar. Nosotros empero repetimos, la doctrina es necesaria o nuestra actividad será ciega y sin propósito.

Doctrina Cristiana. 2003 por W.T. Conner. EDITORIAL MUNDO HISPANO

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