La Biblia nos enseña que Dios es amor y misericordia, y que su perdón es infinito. En el Salmo 103:12 se lee: “Tan lejos como está el oriente del occidente, así aleja de nosotros nuestras transgresiones”. Esto significa que Dios nos perdona completamente cuando nos arrepentimos y nos volvemos a él.
En Juan 3:16 se nos recuerda que Dios amó tanto al mundo que entregó a su único Hijo para que todo aquel que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Este es el mayor acto de perdón que podemos imaginar, ya que Dios sacrificó a su Hijo amado para que nosotros pudiéramos ser perdonados y tener una relación íntima con él.
Aunque todos hemos pecado y fallado, Dios nos ofrece su perdón a través de Jesús. En 1 Juan 1:9 se nos dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. No hay pecado tan grande que Dios no pueda perdonar si nos arrepentimos sinceramente y buscamos su perdón.
El perdón de Dios es una muestra de su amor incondicional por nosotros. Él nos perdona no porque lo merezcamos, sino porque él es bueno y misericordioso. En Isaías 1:18, Dios nos invita a venir y razonar juntos, diciendo: “Aunque tus pecados sean como escarlata, serán blancos como la nieve; aunque sean rojos como el carmesí, serán como lana”.
No hay mayor paz y gozo que el saber que Dios nos ha perdonado y que no hay nada que pueda separarnos de su amor. Agradezcamos siempre a Dios por su perdón y busquemos vivir en obediencia a su palabra, sabiendo que su perdón es eterno y su amor sin límites.