La promesa de vida eterna es uno de los mayores regalos que Dios nos ofrece. En Juan 3:16, la biblia nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Esta es una muestra del amor infinito de Dios hacia nosotros, al enviar a su hijo Jesús para que muriera por nuestros pecados y nos ofreciera la oportunidad de vivir eternamente con él.

A través de la fe en Jesús y su sacrificio en la cruz, podemos tener la seguridad de que nuestra vida no termina aquí en la tierra, sino que continúa en la presencia de Dios en el cielo. En Juan 10:28, Jesús nos asegura: “Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano”. Esta promesa es una muestra del poder y la fidelidad de Dios, quien nos guarda y nos protege para siempre.

La vida eterna no solo es una existencia sin fin, sino que también es una vida plena y abundante junto a Dios. En Juan 17:3, Jesús dice: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. La vida eterna es conocer y estar en comunión con Dios, crecer en su amor y en su presencia cada día.

En resumen, Dios nos ofrece vida eterna como un regalo de su amor y misericordia. A través de Jesús, podemos tener la seguridad de una vida eterna con Dios, una vida llena de amor, paz y gozo. Aceptemos esta promesa y vivamos cada día con la esperanza de la vida eterna que Dios nos ofrece.

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